Capítulo 2: Misterios


Las 3 de la tarde. Día soleado, sin viento y apenas nubes al horizonte. No hacía un calor abrasador, pero  empezaba a notarse el sol de la primavera haciendo su trabajo.
Un coche negro con marca Ford Focus avanzaba lentamente por la plaza del pueblo esquivando los demás coches parados por la carretera provocando pequeños obstáculos. Dentro de él iba John. Estaba serio, atento a la carretera y a la vez a la zona, esperando ver alguna persona o algún indicio indicando lo ocurrido en el lugar. Lucky estaba en el asiento del copiloto asomando la cabeza por la ventana y, de vez en cuando, ladrando a los postes de incendio.
El coche pasó de largo la plaza y se dirigió a la zona sureste del pueblo, lugar donde se encontraba el parque, el lago y el centro comercial. Al llegar a la entrada del parque, el coche se detuvo en la puerta y de él salió John. Cogió a Lucky, le puso su correa azul, cerró el coche y entró en el parque.
El parque era el lugar perfecto para pasear y tener la naturaleza al alcance de la mano. No era muy grande, pero tenía lo suficiente como para poder realizar ejercicio, organizar algún que otro picnic y un concierto de 100 personas al aire libre. Tenía arboles de hoja perenne, arbustos medianos bordeando los caminos de piedra lisa y dentro de las parcelas césped natural. Por los caminos se podía encontrar cada pocos pasos bancos con listones de madera que se dejaban descansar al pie de algún árbol pudiendo disfrutar de su sombra. En el centro del parque había un pequeño parque infantil con tres columpios: una casita de madera, un balancín y un tobogán.
John cogió el primer camino que tuerce a la derecha, ya que Amy suele tomar siempre al empezar el ejercicio por el parque. Lucky estiraba de la correa queriendo correr entre los arbustos, ya que este lugar es su sitio favorito para jugar, así que John le soltó la correa
-No te alejes mucho, que estamos buscando a Amy.-
Siguió caminando por el recorrido observando de vez en cuando por donde estaba Lucky. No podía evitar pensar cosas relacionadas con en el lugar: el banco en el que suele sentarse con Amy cuando han de hablar sobre confesiones, secretos y temas importantes; el árbol en el que se subió para recoger su cometa y tuvo un accidente al caerse, en el que se rompió por primera vez el brazo; el escondrijo entre los arbustos donde se dio el primer beso con Susan, su primera novia.
Al llegar al final del camino, llego a la zona del picnic y pudo apreciar que también hubo gente en la zona antes de que desaparecieran, ya que vio una mesa puesta con los cubiertos, entremeses, bebida, pan, etc. John, al ver que Lucky se había acercado para comerse algunas sobras que habían caído al suelo, se aproximó para querer echarle la bronca, pero antes de que llegara a reñirle, vio algo que le empezó a entrar miedo en el cuerpo.
Había una mancha oscura rojiza de 10 centímetros en el asiento del picnic y tras él había un rastro de sangre que se dirigía detrás del árbol más próximo. Al tocar la mancha y olerla sus sospechas se confirmaron, era sangre. Queriendo no seguir el rastro, se dio cuenta tarde de que ya lo estaba haciendo y al dar la vuelta al árbol… no encontró nada. Solo una mancha, más grande que la anterior, de sangre. Y allí acababa el rastro. John se fijó más en la mancha y pudo apreciar un carné casi cubierto por la sangre. Con minuciosidad, cogió el carné, lo limpió un poco y miró de quién era. Era el carné de conducir de Denise Phyton. John, apenado al leer de quien era, suspiro y se vino de bajón. Resulta que era su vecina, hija de una buena amiga de su madre que de pequeño era su canguro. Se guardó el carné en el bolsillo, miró la mancha de sangre y volvió a la mesa a por Lucky. En ese momento, John no se dio cuenta de un detalle, caían gotas de sangre provenientes de la parte superior del árbol.
Al llegar a la mesa y ver como su perro comía las sobras le pasaron las ganas de reñirlo y se quedó pensando con la mirada perdida hacía el parque vacío. Pero algo que le sorprendió le hizo poner los pies en la tierra de nuevo. Vio la figura de una persona a lo lejos que se dirigía a la salida del parque.
John alterado, fue a coger a Lucky, le puso la correa de nuevo y salió corriendo tras esa persona con la esperanza de no perderla de vista. Al llegar a la salida del parque, miró por todos lados pero no le veía por ningún lado.
-¡Eeeeeeeeh! ¡¿Dónde te has metido?!- John gritaba con todas sus fuerzas.-Necesito hablar contigo.
Nadie respondió, pero en ese momento se escuchó un ruido que hizo girar a John rápidamente. Miró hacia el lugar que provenía el ruido y encontró al individuo que había roto el escaparate de la entrada del centro comercial y entró.
John, apresurado, cogió a Lucky en brazos y fue corriendo hacia aquel lugar con la intención de seguirlo. Al llegar a la entrada, antes de entrar, observó hacia el interior por si le veía o encontraba algo sospechoso. Lo único que pudo ver fue el hall del centro comercial vacio, como de un día festivo se tratara.
Entró con cuidado por el cristal roto y ayudó a Lucky a pasar. Lo dejó en el suelo y con el collar en mano se adentró al lugar. Estaba en penumbra el lugar. Entraba poca luz por el techo y las luces estaban apagadas. John y Lucky se fueron adentrando lentamente. Él iba atento a cualquier ruido o movimiento sospechoso y buscando indicios de por donde fue aquella persona. Llegaron a las primeras tiendas que estaban al principio del gran pasillo que recorría todo el lugar. Las persianas metálicas estaban echadas y no parecían que fueran de fácil apertura. Por el pasillo, espacioso y ancho, se podía observar por en medio pequeñas plataformas en el que había plantas decorativas y bancos alrededor. Algunas papeleras vacías y maquinas de refrescos o snacks encendidos.
Se acercó a la primera tienda a la derecha, que era una de sus favoritas en el que vendían elementos deportivos, y estuvo observando los productos que estaban en oferta hasta que escuchó el sonido de algo metálico rompiéndose que provenía del fondo del pasillo. Lucky, asustado por el ruido, se puso histérico y empezó a ladrar mientras su dueño intentaba tranquilizarlo. No sabía el porqué pero sentía mantenerse incognito mientras estaba allí dentro.
Al conseguir callar a Lucky, se dispuso a ir para el fondo del centro comercial. A mitad camino, vio la entrada a los baños y entró, ya que, en tal situación y momento de búsqueda a Amy, se olvidó  de que tenía necesidades.
Dejó a Lucky en un barrote que había en la pared y entró en el baño. Se fue al orinal, que estaban al final del cuarto de baño y daba la espalda a la salida. Empezó a mear mientras pensaba todo lo que había ocurrido hasta que escuchó la puerta del baño se cerró. Asustado, se subió la cremallera y se dio la vuelta para ver que o quien había entrado. Pero no vio a nadie, solo un objeto que le hizo ponerle nervioso: la correa de Lucky partida en dos y ensangrentada.
-¡Lucky! Por dios, que no te haya ocurrido nada.- Gritó John mientras corría hacia fuera.
Al salir al pasillo encontró una mancha de sangre que iba desde el lugar donde estaba Lucky y se iba más adentro del centro comercial. John, sin pensarlo dos veces, echo a correr siguiendo la mancha de sangre sin percatarse de que había unos ojos observándole a través de una columna, salió del escondite y le siguió.

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