Capítulo 4: ¿Arriesgarías tu vida?


Un grito de una chica pidiendo ayuda rompió el sueño de Josh. Se despertó exaltado y sudando por la frente. El dolor persistía detrás de la cabeza como un puñal de hielo clavándose provocando pinchazos continuos y  un mareo que hacía perder el control cuando se levantó. Cuando recobró de nuevo el equilibrio, se acercó a la ventana para intentar vislumbrar algo a través de las rendijas de las maderas tapiadas en la ventana, pero no se podía ver nada a través de una hendidura de 3 centímetros.
Dawn no estaba en la habitación, así que sin más rodeos, se fue por la puerta y salió a un pasillo pequeño. Ciego, debido a la absoluta oscuridad que reinaba en la casa, fue tanteando las paredes evitando hacer ruido hasta que topó con la primera puerta a la derecha.  La abrió y entró en la siguiente habitación. En ella entraba más luz lunar por la ventana y observó dónde estaba. Se encontraba en la cocina. Era pequeña y había dos ventanas que daban al exterior y una puerta que conectaba el jardín delantero con la cocina. Estaba patas arriba, y sucia. Ignoró el estado del lugar y se dirigió a la ventana para observar hacia el exterior.
La ventana daba a la calle principal. A primera vista no reconoció la calle ni en lugar en el que estaba ubicada la casa. Las farolas no funcionaban y la única luz que bañaba el exterior era el de la luna. El cielo estaba despejado, sin nubes, motivo del cual se podía contemplar perfectamente los detalles del exterior.  Los arboles que desfilaban en la calle estaban quietos, ya que esa noche, el viento no quería bailar con ellos. Los coches estaban aparcados en el borde de las aceras. No estaban en mitad de la carretera como había contemplado Josh esa misma mañana al salir de su casa. Pero eso no fue lo que le llamó la atención de nuestro protagonista. Hubo un detalle que le congeló la mirada.
Una chica entraba en la visión de Josh por la izquierda. No se le veía el rostro, pero parecía joven por la forma física en la que se encontraba, aunque parecía herida. Andaba con dificultad y tenía la mano derecha cogiéndose el hombro izquierdo. Aquellos signos, pocos importantes, hicieron dudar a Josh salir de la casa para darle auxilio. Fue cuando al examinarla con más detalle el corazón le dio un brinco y le aceleró tal punto que podía escucharlo el mismo. Aquella joven llevaba la chaqueta negra y verde que Amy cogió para hacer deporte, con la capucha puesta.  Sin pensarlo más de medio milisegundo, se fue a la puerta que daba con el jardín para salir. Pero la encontró cerrada. Josh, con la adrenalina en el cuerpo y dejándose llevar por los sentimientos, hizo un placaje a la puerta derribándola y a la vez, el cayéndose al suelo. Se levantó al instante y se fue corriendo a través del jardín para alcanzarla.
Pero no llegó a hacerlo. Dawn apareció por un lado y le aplacó tirándole al suelo. Dawn se puso encima cogiéndole las muñecas e inmovilizando a Josh.
-¡¿Por qué me detienes?!- gritaba Josh.- ¡Está pidiendo auxilio!
-Déjala, ya no podemos salvarla.
-¿Cómo que no? Si solo está herida.
-Si vamos ahora, acabaremos muertos los dos.- Dawn forcejeaba.-Está condenada a morir.
-Pero… Está viva, la oigo pedir ayuda. Además… Puede ser Amy.- sollozaba Josh entre lágrimas.- Déjame ver si es ella.
-¡Jamás! No dejaré que caigas en sus manos.
Josh, con impulso en las piernas, retrocedió a Dawn dejándole libre. Se levantó y aprovechó, los pocos metros que había retrocedido Dawn, para ir corriendo hasta la chica. Al llegar hasta ella por la espalda, comprobó que seguía andando, que no había percibido a Josh.
-Ya estoy aquí, vengo a ayudarte.- susurro Josh.
La cogió por el hombro y le dio la vuelta. Descubrió que no era Amy, pero al verla la cara, Josh retrocedió unos pasos de terror e impacto. La joven, que era preciosa, tenía los ojos en blanco. La habían robado la pupila y el iris, dejando tan solo la cornea. Por la cara deslizaban lágrimas de dolor.
Sin saber que decir, Josh la abrazó fuerte. La joven se detuvo y se dejó llevar devolviéndole el abrazo. Lloraba con más intensidad, ahora que había encontrado un hombro en que apoyarse.
-Tranquila, no tengas miedo. He venido a salvarte.
Josh la cogió de la mano y se la llevó para la casa. Dawn, sin mediar palabra, se mantuvo en silencio cuando pasaron al lado, y después de echar un vistazo al exterior, se dirigió a la casa vigilando las espaldas.
Ya dentro, Josh acompañó a la joven hasta la cocina y la dejó en una silla. Cogió un vaso decente, lo llenó de agua y se lo ofreció a la chica.
-Aquí tienes, un poco de agua.- se la puso en las manos. La chica temblaba de miedo. –Ahora estás a salvo. No tienes de que preocuparte.¿Estás bien?
Ella se mantuvo en silencio. Bebió un poco de agua y apoyó las manos en sus piernas. Miraba por la sala, intentando observar lo que había.
- Estoy bien, me duele un poco el hombro porque me he caido, pero...¿Por qué no puedo ver? Escucho voces en mi cabeza y no entiendo lo que dicen. Me dan miedo.- La voz de la joven se apagaba a medida que hablaba. Tenía una voz encantadora pero se cortaba por el terror que había invadido su cuerpo y su alma.
Entró Dawn, cogió la puerta y cerró como pudo la salida.
-No puedes ver porque te han robado la mirada. Dime, ¿Los viste? ¿Viste a “Ellos”?- dijo Dawn con tono seco.
-¿Cómo que le han robado la mirada?- preguntó Josh sorprendido.- ¿Me estás ocultando información, Dawn?
-Sí, los vi.- dijo la muchacha con miedo.- Lo que recuerdo es que a través de mi escondrijo los veía, pero por culpa de mi móvil, descubrieron donde estaba y se giraron para mirarme. Entonces, su mirada encontró la mía y… y… eso fue lo último que vi. Después, cegada, huí corriendo del lugar. No oía nada, no sé si me persiguieron, pero acabé deambulando hasta aquí. Y de eso hará tiempo. No sé cuantas horas.
-Entiendo…- soltó apenado Dawn.- Lo siento por mi reacción. Necesitaba ser precavido y no salí en tu auxilio. Si no hubiera sido por Josh, seguirías estando en la calle.
La chica levantó la mano derecha buscando la mano de Josh. Él le facilitó las cosas y le cogió la mano.
-Gracias. Muchas gracias.- empezó a llorar la muchacha.- Gracias por salvarme, Josh.- hizo un minuto de silencio.-Perdonad que no me haya presentado. Me llamo Alicia. Si puedo hacer algo por ti, Josh, házmelo saber. Te lo debo.
-Como ya sabes, me llamo Josh. Y la otra persona se llama Dawn. Estamos en una casa refugiados hasta que pase la noche. Y no hace falta que hagas algo, en tu estado no deberías preocuparte. Aunque hay algo que sí querría preguntarte. La chaqueta que llevas, ¿es tuya?
-No, la cogí prestada en el parque. Antes de que ocurriera lo sucedido, una chica que estaba haciendo deporte con un perro (creo que era un beaggle) se le cayó y lo recogí para devolvérselo. Pero me desmayé nada más levantarme y cuando me desperté, me encontré sola en el parque, y como no se lo pude devolver, me lo puse al anochecer ya que empezaba a tener frío.
Josh dio un paso más en la información de Amy, pero no eran buenas noticias. No pudo evitar pensar en ella al saber lo ocurrido. Se levantó y se apoyó en la mesa para encajar las nuevas piezas que iba obteniendo tras la explicación de Alicia. Pero poco duro, ya que la joven se cayó al suelo llevándose las manos a la cabeza y gritando de dolor.
-¡¿Qué te pasa Alicia?!¡¿Qué te ocurre?!- Josh se agachó hasta ella para ver que le pasaba
-Las voces gritan en mi cabeza. No dejan de hablar y de decir cosas que no entiendo.
Dawn se quedó mirándola con terror y luchando en su interior, hasta que consiguió hablar:
-Josh, cógela y llévatela a la habitación. Tápala bien, que tenga calor y que mantenga los ojos cerrados. ¡Corre!
-¿Por qué? ¿Qué le está pasando?
-¡Date prisa y hazlo!- Dawn se saca una pistola que llevaba atrás del cinturón.- Ya están aquí…

, 0 Comments

Capítulo 3: ¿Confianza?

El único sonido que perturbaba la paz del centro comercial eran las pisadas que producía John al correr por el pasillo siguiendo el rastro de sangre en el suelo. Llevaba segundos corriendo pero para él le fue una eternidad, ya que el rastro que estaba pisando era la sangre de su perro Lucky
-¡Lucky!- Gritó John entre lágrimas.-Ojala estés vivo- Pensó.
El rastro viraba hacia un pasillo pequeño a la derecha del pasillo principal y se perdía el rastro tras la única puerta que había. John la miró , leyó “Aparcamiento subterráneo”, posó una mano en el pomo para abrirla pero la encontró cerrada. John, frustrado por no conseguir abrirla, golpeó con furia la puerta con la intención de derribarla sin éxito. Exhausto por la falta de energías, se dejó caer arrodillándos,echándose a llorar ya que nada de lo que estaba viviendo no tenía ningún sentido.
-Yo de ti no me quedaría ahí mucho tiempo- Dijo una voz masculina que provenía del pasillo central. John se alzó enseguida y mirando, a la luz de la penumbra, quien era aquella persona que hablaba.
-¿Quién eres? Muéstrate.- Dijo John alegre por encontrar a alguien pero a la vez asustado por saber quién podría ser.
-Mejor acércate donde estoy yo, porque me niego a entrar en este pasillo. No quiero que “Ellos” me cojan.- Al hombre misterioso se le notaba terror en su voz.
John fue andando hasta el pasillo y a medida que se iba acercando al pasillo central, sus ojos iban captando la luz que entraba por la vidriera superior. Al salir se topó con un hombre de mediana edad con el pelo recogido vestido con una gabardina marrón, camisa lisa blanca, vaqueros estrechos y deportivas. No era un vecino del pueblo,  
-¿”Ellos”?- Preguntó John extrañado. -¿A quién te refieres?
El hombre de la gabardina le cogió por el brazo y se lo llevo hasta una columna para esconderse de aquel pasillo.
-Los que han provocado esto. ¿Dónde has estado como para preguntarme por “Ellos”?.
-Estaba en mi casa durmiendo. Me quedé hasta tarde y cuando me desperté, vi que la gente había desaparecido. Entonces salí con mi perro Lucky a buscar a mi amiga Amy. Estando en el parque vi a un hombre, le seguí y entré aquí. En un momento de necesidad, fui al baño dejando a mi perro afuera, pero al salir me encontré que se lo habían llevado.- Soltó un par de lágrimas.- Y tú, ¿Qué haces aquí?
- Estoy buscando provisiones. Llevo días escapando de esta pesadilla.- Dijo el hombre misterioso.- Cuando escuché un ruido me escondí y te vi. Como no sabía si eras peligroso te estuve vigilando a escondidas. También vi como se llevaron a tu perro hasta la puerta que has visto, pero si yo fuera tú, me olvidaría de él y huiría de esta ciudad. Aunque no sé a dónde…
-¿Has dicho días?- John se alteró.- ¿Es que esto ha pasado en otros lugares?
- Así es, conseguí escapar de Chicago sin que me atraparan y he acabado aquí, como si de un fugitivo tratara.
-¿Y qué son “Ellos”? ¿Qué quieren o buscan?- John cogió la camisa del hombre por el cuello.- Necesito encontrar a Amy...
Justo en ese momento, se escuchó como la puerta que provenía del pasillo que estaba el rastro de sangre se habría. John soltó al hombre y se propuso ir hacía el lugar para buscar algo o alguien, pero se detuvo ya que algo le había detenido. Se miró el brazo y vio la mano del hombre que le sujetaba.
-Déjame ir, voy en busca de mi perro.- John miró con furia al hombre.
-Lo siento, pero quiero vivir.- Dijo el hombre misterioso.
Dicho esto fue lo último que escuchó John. Segundos después notó un golpe fuerte en la cabeza que le hizo perder el conocimiento.
Unos sonidos de animal parecido a aullidos de perros despertaron a John. Al abrir los ojos se vio en  una plena oscuridad. Se encontraba tumbado en una cama de matrimonio con un dolor de cabeza  terrible. Comprobó que se podía mover y se tocó la parte dolorida. Gimió de dolor por el golpe. No se acordaba de nada, ni de como lo recibió. Se fue a levantar, pero una mano le tapó la boca y un seseo le indicó que no hiciera ruido.
-Perdona por el golpe.- Dijo una voz masculina en tono muy bajo, casi susurrando. John reconoció enseguida la voz.- Necesitaba salir con vida del lugar, y sabía que dejándote suelto acabarías muerto y posiblemente provocando mi muerte.
John apartó la mano del hombre misterioso, se sentó en la cama y se quedó escuchando aquellos sonidos que no cesaban.
-Son “Ellos” imitando al ruido de perros, para atraerlos. Están buscando nuevas presas.- Expresaba terror en su tono.- Si nos quedamos aquí en silencio y en la oscuridad sin hacer movimientos bruscos no nos detectarán. Por cierto, aún no me he presentado. Me llamo Dawn. Me disculpo de nuevo por el golpe que te di.
-Yo me llamo John. No te preocupes por el golpe. Duele pero no es molesto. Aunque podrías haber usado otra manera de detenerme…- John se levantó y se acercó a la ventana para poder echar un vistazo.
-No vas a ver nada, he tapiado todas las ventanas para evitar que nos vean. Si has de moverte por las calles, te recomiendo que lo hagas de día. Ah, y un consejo muy valioso… evita los edificios grandes como: centro comercial, hospitales, cines, ayuntamiento, etc. Por lo que he podido comprobar, suelen esconderse en esos lugares cuando sale el sol.
-¿Cómo sabes tanto Dwan?- Preguntó John, sin dar credibilidad a lo que escuchaba.-Ni siquiera los he visto ni tengo pruebas de su existencia.
 -He conseguido sobrevivir por puro instinto, pero con el tiempo he ido observando y cómo ves, aún  sigo vivo aquí. Por cierto, toma.- Dawn saca un cipo, lo enciende y crea una luz, lo suficiente débil, para poder ver. Seguidamente saca una bola de hierro y se lo entrega a John.- Llévala contigo. Guardalo en cualquier bolsillo, en la mano, donde quieras; pero que siempre la notes. Si en algún momento notas que pesa más de la cuenta, huye del lugar y busca un refugio.
Los aullidos se podían escuchar cada vez más cercanos a la casa y tanto a John como a Dawn les estaba entrando un terror helado por el cuerpo que les obligaba a estar casi sin respirar para evitar ser oídos. Dawn apagó el cipo provocando que la oscuridad les devorara por completo.
-Será mejor que descanses. Aún tienes el golpe reciente y necesitas reposo. Yo haré la guardia así que no te preocupes.- Dijo Dawn aportando seguridad.
-Está bien. Si ocurre cualquier cosa, despiértame enseguida y te ayudaré en lo que sea.
Dawn se dirige a la ventana para escuchar con más atención por donde provienen los sonidos con exactitud. John se tumba de nuevo en la cama para poder dormir el tiempo que tienen antes de poder moverse para el día siguiente. Empezó a pensar en todo lo que había ocurrido: la desaparición de la gente y de Amy, la mancha de sangre en el parque, la muerte de Lucky… Pasando los minutos e intentando buscar explicaciones a todas las cosas sin sentido, acabó quedándose dormido ya que el cansancio le venció.

, 0 Comments